ME CUESTA PRIORIZAR MIS ACTIVIDADES

Me cuesta priorizar mis actividades

PARA LA NACION
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Bernardo Stamateas
Jueves 11 de agosto de 2016 • 00:30
 
Todos tenemos en nuestra vida diaria un número de actividades que llevar a cabo: trabajar, llevar a los chicos a la escuela, pagar las cuentas, concurrir a reuniones, pasar tiempo de calidad con nuestra familia, hacer alguna actividad física, etc. Lo cierto es que si no establecemos un orden de prioridad para todo ello, podemos terminar estresados o atascados en las tareas a realizar.
Los médicos emergentólogos hacen uso, frente a un accidente o una urgencia, de lo que se conoce como triage ("clasificar" en francés) y es un método que consiste en asignar a cada accidentado un color según la gravedad de su estado. Por ejemplo, a aquellos que requieren de atención inmediata se les asigna el color rojo. Dicha acción permite priorizar el orden de atención de los pacientes.
De igual manera, con el fin de ordenar el caos en nuestra vida, podemos utilizar el "triage psicológico". Así lograremos determinar la importancia de cada una de nuestras tareas, con la mente puesta en el objetivo a alcanzar. Pero, para priorizar, es necesario comprender que no todas las actividades tienen el mismo nivel de urgencia, por lo cual no deberían ocupar el mismo tiempo. Aquí es conveniente preguntarse qué cosas necesitamos hacer ya, en las próximas horas o en los próximos días. Algunas, incluso, podremos delegarlas.
A muchas personas les resulta difícil establecer prioridades. Dicha dificultad podría deberse a la creencia de que todo lo pueden, es decir, una actitud de omnipotencia. Como resultado, piensan que no precisan clasificar sus tareas de acuerdo a su importancia. Este accionar inconsciente los conduce a moverse con desorden. También podría deberse a la falta de hábitos sanos de clasificación. El problema de ellos es que no tienen en claro cuál es su objetivo, hacia dónde se dirigen. Saber lo que uno pretende lograr permite ordenarse externamente.
El orden es un hábito que nos permite saber con qué contamos, para utilizarlo y hacerlo multiplicar. Aquel que no es ordenado (que no es lo mismo que prolijo) vive sometido a presiones de todo tipo. Lamentablemente en nuestra cultura latinoamericana no valoramos tanto el orden y la puntualidad como, por ejemplo, en los países nórdicos.
El orden además de brindarnos tranquilidad y claridad mental, favorecerá grandemente nuestros logros. Si bien el tema no se agota aquí, pues obedece a una multiplicidad de factores, comparto aquí dos ideas que pueden ayudarnos a establecer el orden en nuestra vida cotidiana:
Planificar las exigencias
¿Llevás una agenda de exigencias? Se trata de planificar cuándo nos exigiremos y cuándo no. Por ejemplo, el cosechador que debe levantar la cosecha de enero a marzo, de ninguna manera se tomará vacaciones durante esos meses; seguramente lo hará en otro momento del año. Del mismo modo, nosotros podemos planificar ciertas actividades durante las horas que tenemos un mayor rendimiento, dejando otras para el horario del día en el que nuestra energía disminuye.
Desarrollar una secuencia de cortes habitual
La rutina puede llegar a ser muy desgastante. Por esa razón, es fundamental hacer algo distinto a lo largo del día, de la semana y del año. El ser humano adulto logra enfocar su atención durante unos 40 minutos, como máximo. Por tal motivo, en profesiones que exigen una gran responsabilidad se acostumbra trabajar con turnos rotativos para administrar correctamente la atención. Aquí podríamos incluir a médicos y demás profesionales de la salud, militares, choferes, pilotos de avión, etc.
El orden es absolutamente necesario en todos los órdenes, ya sea en nuestro hogar, en nuestro lugar de trabajo, en nuestras relaciones interpersonales y también en nuestras emociones. Es imposible usar lo que uno no sabe que tiene pero, cuando sabemos lo que tenemos y dónde se encuentra, podemos usarlo a nuestro favor o a favor de los demás.

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