ORGANIZACIÒN . PSICOLOGÌA. El gran dilema Femenino, Guardar o Tirar todo


El gran dilema femenino, guardar o tirar todo

Sumar o restar
El mensaje social es contradictorio. Hay que consumir más, pero vivir en ámbitos cada vez más despojados. Un vistazo al alma femenina y su apego o desapego a esas cosas que han hecho, o no, parte de su historia.

  • Cecilia Perkins
A todas les debe haber pasado de abrir un cajón y encontrarse con una entrada de cine, un ticket de avión, la tarjeta de alguien que no podemos recordar, un anteojo roto y una cantidad de papeles y cosas que ocupan espacio y juntan polvo. Al lado de estos recuerdos de nada aparecen otros que nos hacen volver al pasado, o que pensamos iban a tener utilidad en algún futuro indeterminado.
Algunas deciden tirar todo sin discriminar. Otras se prometen ordenarlo en un momento cercano y  están quienes ahí mismo ponen manos a la obra y eligen lo que les parece más precioso o, al menos, digno de seguir en ese limbo que alberga esa absurda mezcla que somos cada una de nosotras.
Ese cajón acaso revele la personalidad de cada cual o, quizá, hable de dos tipos muy característicos: aquellas que no pueden tirar nada y aquellas que tiran todo. En esta época parecen predominar las que tiran todo; las revistas de decoración muestran casas despojadas y los gurús recitan que es necesario no apegarse.
Un contrapeso al afán por consumir que reina y nos alcanza a todas de un modo u otro. Sin embargo, no se puede decir que la tendencia sea dominante. La galerista Sara García Uriburu cuenta que, desde hace unos meses, se dedica a tirar, ordenar y donar. En su casa y en su galería hay una acumulación de años de guardar y tal vez su cruzada se deba a una cuestión de espacio.

Marcos sin cuadros, vidrios para reponer, spots, catálogos, miles de libros, cajas de sobres, atriles, maderas que fue guardando para reusar.
“Una amiga me visitó y, cuando le mostré todo lo que estaba tirando, me dijo: “Estás loca, ¿cómo vas a tirar todo eso si hay cosas lindísimas? Es una costumbre yanqui, en Europa nunca tiran nada”.

Desde distintos ámbitos se declara que conviene tirar para que el lugar que ocupa lo que ya no sirve sea ocupado por lo nuevo. Es posible que sea cierto, pero para equilibrar la balanza están los coleccionistas. 

Sí a todo
Estos especímenes bastante numerosos se dedican a juntar enormes cantidades de objetos que los seducen. Hasta no hace mucho, se alentaba a los chicos a que coleccionaran estampillas, cajas de fósforos, soldaditos, peluches, etcétera.

Hoy, todo parece más descartable. Pero quedan los coleccionistas. Seguramente, todas conocen a alguno y habrán observado dos aspectos: la pasión con que buscan, encuentran y clasifican, y también el rasgo maniático. Un coleccionista es un narcisista que se apropia del objeto, independientemente del valor real.
¿Todos los coleccionistas son compulsivos? La psicoanalista Carmen Iriondo opina: “Todo coleccionista en principio tiene rasgos obsesivos que van deviniendo compulsivos en la medida en que la "colección" se transforma en inevitable. Por supuesto, cada sujeto es particular, original y único”.
En la televisión argentina, se puede ver el programa norteamericano Hoarders (Obsesivo compulsivo), que en cada capítulo se dedica a mostrar el caso de  personas que sufren el llamado Síndrome de Acumulación Compulsiva. Personas que llegan a vivir en condiciones insalubres, atiborradas de objetos inútiles y aisladas porque inevitablemente se torna patológico.
Los psicólogos consultados prefieren no rotular esto cómo síndrome, sino más bien como síntoma que “por sí mismo describe un problema que se asocia a temáticas diversas” afirma la psiquiatra y psicóloga Mónica Favelukes, coordinadora  del Centro de Investigación y Orientación comunitaria Arnaldo Rascosky.
"El mercado genera consumidores -si no consumís, no sos-.  Los acumuladores tienden a acumular cosas inútiles, que no compran. Esto suele tener que  ver con una historia de privaciones reales o alguien con un yo muy pobremente organizado o un depresivo que hace un duelo  para desprenderse de cada cosa. Es un tema muy complejo y hay que tener mucha cautela, porque ellos no tienen conciencia de la enfermedad,  les parece muy bien guardar. No se sienten anormales a pesar de que no quieren que los vean, o toquen sus cosas, y muchos menos desprenderse de ellas”.
La mayoría de nosotras guarda por una cuestión cultural, “el que guarda siempre tiene”, y lo guardo “por si acaso”. Hoy,  quizá, se guarda para reciclar creativamente; otros, porque le asignan un valor sentimental. Seguramente la mayoría tenemos cosas que desempolvamos de vez en cuando y optamos por seguir guardándolas sabiendo que no las usaremos jamás.  ¿Por qué cuesta tanto desprenderse de las cosas?
Iriondo dice: "Es como la vida misma, que bascula del vacío a la plenitud en relación a los objetos y a los vínculos. La tolerancia a cierto vacío, sin caer en las trampas mercantiles del más es más, nos permitiría identificar un deseo que está vivo y en búsqueda perpetua”. Y añade “El deseo se percibe sin proponérselo. Sobre todo, cuando desaparece el malestar. Y cuando la posibilidad de demorar un impulso nos brinda la capacidad de reflexionar antes de pasar a la acción compulsiva”. “Tirar o regalar habla de cierta libertad mental, cierta salud en ese vacío,” afirma.

Desprendimiento solidario
Son muchos los lugares que le dan provecho solidario a lo que ya no usamos. No es difícil clasificar los objetos que no usamos. Algunos podrán venderse en el Mercado de Pulgas, otros se pueden donar a instituciones más adecuadas, bibliotecas, escuelas y caridades. El Ejército de Salvación y el Cottolengo Don Orione restauran y reciclan objetos que venden, con lo que recaudan fondos para personas con capacidades especiales y misiones caritativas.

Otras fundaciones, como Ruta40,  reciben ropa, útiles y libros en buen estado para escuelas  de recursos limitados del interior del país. Manos Abiertas recibe donaciones para los hogares donde se amparan niños en situación de riesgo. Saber que irán a manos que las necesitan realmente puede ser un motivo para ser más desprendidos.

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